jueves, 20 de febrero de 2014

SUPERA LA AMARGURA.


Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez,
transitiendo en vivo el programa Buneas Noticias
a través de 1440 AM en la ciudad de México.
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
16. no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura”.
Hebreos 12:15-16

OBJETIVO DE ESTE BLOG:

        
Lograr que cada ungido de Dios sea completamente sano de la AMARGURA y de las consecuencias de la misma, para una más efectiva ministración y una vida de plenitud y libertad.

INTRODUCCIÓN.

Hay árboles que rompen banquetas, y aún parten los cimientos de las casas. Estos árboles tienen raíces profusas, gruesas y penetrantes. La única opción para resolver el estrago que causan es desarraigarlos.

La amargura es un árbol semejante. Cuando aparece en la vida de un ser humano es tan pequeño e imperceptible, que pasa inadvertido. Pero al paso del tiempo se hace un árbol que lo destruye todo.
Lo mejor de la vida, se devora, sobre todo, devora las buenas relaciones humanas que este individuo pudo haber gozado. Por eso, superar la amargura es de vital importancia si se quiere vivir en plenitud la vida cristiana y si se quiere ministrar a otros.

I  ¿COMO SURGE LA AMARGURA?
¿Cómo definimos la amargura? Los diccionarios dicen que es un sentimiento de pena, aflicción o disgusto.
La amargura de su corazón. ¿Qué es lo  que causa este sentimiento? Con frecuencia la amargura viene como consecuencia de un fracaso del proyecto que se consideraba fundamental en la vida.
En Griego, el verbo pikraino (PIKRAINO) que viene de pik (pik) y significa cortar, hinchar, se ha traducido en la voz media al Español, como ser áspero Colosenses 3:19 que dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas”.  Pero también se traduce amargar, en Apocalipsis 10:9 dice: “Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.” También se usa en la voz pasiva, SER AMARGADO como en Apocalipsis 8:11 y 10:10.

         El termino pikria (PIKRIA) denota amargura, relacionado con pikraino. Se usa en Hechos 8:23 de manera metafórica para expresar una condición de extrema maldad. He aquí el versículo: “Porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.” Esto es, la amargura desemboca al final en una maldad extrema en donde el individuo por sentir un alivio interno es capaz de hacer cosas inauditas en contra de otros. Y estos otros, casi siempre son inocentes.

Cuando  las  personas están invadidas de la amargura, la Biblia habla de ellas como que tienen HIEL DE AMARGURA, como en Romanos 3:14 donde Pablo declara: “Su boca está llena de maldición y de amargura.

La persona que sufre amargura, jamás podrá hablar cosas positivas. Cuando abre su boca llena el ambiente de cosas negativas, destruye con su lengua. Está lleno de maledicencia como dice Efesios 4:29-31: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”.

Pero sobre todo, quien no ha superado la amargura y se ha dejado invadir el alma por ella, se llena de un aborrecimiento amarga. De manera metafórica (Figura retórica que consiste en identificar un término real con uno imaginario con el que mantiene una relación de semejanza: ''la primavera de la vida es una metáfora de la juventud.) tiene raíz de amargura y si sus raíces son amargas, los frutos que da son de total amargura, como lo dice Hebreos 12:15: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados
Después que el pueblo de Israel cruzó el mar rojo, caminó tres días por el desierto sin hallar agua, hasta que llegó a un sitio que denominaron Mara, por cuanto las aguas eran amargas (Ex. 15:22-27). Allí el pueblo murmuró y se  quejó,  pero el Señor le mostró a Moisés un árbol el cual echó sobres las aguas y se volvieron dulces, de modo que el pueblo pudo tomarlas.
Apóstol Dr. Gabriel Sánchez, PAstores César Guerrero, Adi Sánchez
 VIzcarra, Allan Bey García y Ulises Coria en plena transmisión del
programa Buenas Noticias.
Qué bendición tan grande pudieras recibir, si mientras lees este libro,  Dios te  muestra hoy ese “árbol” para que sanes las “aguas amargas” de tu vida. Todos sabemos que  nada es más desagradable que lo amargo. Algunos todavía recordamos aquellas medicinas antiguas que eran muy amargas, aunque muy buenas. Hoy día se les han incorporado variedad de sabores para que la medicina sepa mejor, sobre todo si es para los niños. ¿Ha oído la expresión “me has amargado la vida?”. O aquella que dice: “Mi esposa me amargó la existencia”. Mientras que otros cuando llegan a la casa dicen: “Hoy pasé un día muy amargo”. Con estos calificativos la gente quiere expresar un estado de ánimo muy contrario a la paz del espíritu. El presente tema tiene una importancia perentoria, por cuanto es el causante de serios problemas en la vida del creyente. La amargura es una enfermedad con síntomas y consecuencias que afectan espiritual, emocional y físicamente a las personas.
Me gozo al ver cómo gente que ha llegado a la Comunidad Cristiana Filadelfia llena de amargura, ha sido sanada por el poder del Espíritu Santo. Este proceso es lento pero real. Hay personas que tienen la amargura como compañera de viaje.
¿Quién es una persona amargada? Es alguien que ha sido herido. Alguna experiencia lo marcó de tal manera que su rostro y su carácter son un exacto reflejo de una raíz de amargura que no ha sido sacada. Pero tú has sido llamado para vivir una vida con sabor… con sabor a cristiandad. Estás programado por tu Creador para que cantes conmigo: “Esta paz que yo siento en mi alma, no es porque todo me va bien. Esta paz que yo siento en mi alma, es porque yo sigo a mi Jesús. No miro las circunstancias, no, no no. Miro su amor, su gran amor. No me guío por vista, alegre estoy”
¿Cómo sanarse de la amargura?
         Una característica de las personas amargadas es que manifiestan de manera enfermiza, celos infundidos. He visto como algunos que se casaron muy felices e ilusionados, a los pocos meses después de la boda, se sienten vacíos, frustrados, porque abundan los problemas ocasionados por celos.  Esto es destructivo para el matrimonio, pero al destruir al cónyuge, se destruyen también a los hijos y a otros familiares cercanos.
En término pikroV (PIKROS) que tiene la misma raíz de pikraino, (pikraino) significa acosado, afilado, agresivo en el sentido del gusto o del olfato, “lo que produce un olor penetrante, insoportable”. En Santiago 3:11 se usa de manera natural, pero en Santiago 3:14 se usa en sentido metafórico al referirse a los celos. He aquí el versículo: “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad” Como los sabores y los olores que producen nauseas, así es el carácter de la gente amargada. Vivir con ellas es lo último que uno desearía. La amargura corta las bendiciones que Dios tiene para ti. Es un hecho que la raíz al final dará su fruto sea bueno o sea malo. Cuando tú estás amargado tienes que saber que te estás haciendo un gran daño, pero además se lo estarás haciendo a otros. Por eso, cuando alguien se convierte realmente al Señor tiene un cambio de 180 grados en su trato hacia quienes le rodean, porque recibe sanidad interior de Jesucristo.
La amargura le llevará a enfrentar problemas físicos, emocionales y sociales. El creyente amargado pierde las bendiciones de la gracia. ¿Qué es lo que sucede cuando usted permite que alguien le cause amargura? Lo más probable es que usted se convierta en un esclavo de esa persona. Es como si concluyera de una manera derrotado, diciendo: “El hombre que odio me persigue a donde quiera que voy… no puedo escapar de sus garras que laceran mi mente. El hombre que odio me prohíbe disfrutar de las cosas que más quisiera”. Dios ha reservado una buena parte de sus bendiciones para nuestra vida, pero pudieran ser estorbadas si dejamos que la amargura eche sus raíces en nuestro corazón. ¿De cuántas bendiciones te estarás perdiendo por esta enfermedad? Dile al Señor que te muestre el “árbol” para sanar tus aguas amargas.

2. La amargura trae ausencia de santidad y paz. Uno de los frutos desagradables  de la amargura es que le roba la santidad y  la paz al creyente. No puede vivir en completa paz quien conserva una raíz de amargura. Pero lo que es peor aún, no puede alguien vivir una vida de santidad si no  ha sanado de esta enfermedad del alma. No puede una persona vivir en santidad y en pecaminosidad a la vez. El texto nos dice que si estas dos virtudes están ausentes de la vida del creyente, el tal no podrá ver al Señor. Esto implica que la falta de estas dos necesidades del alma se constituye en un serio impedimento para la comunión con Dios. La falta de santidad en la vida cristiana crea una  separación entre Dios y nosotros. Una raíz de amargura genera el fruto de una vida hostil, donde la intranquilidad y los pensamientos negativos son los que más abundan. Mira la orden que Dios nos da: “Buscad la paz y la santidad”

2. Por la amargura muchos son contaminados. Una persona amargada contamina a otra. La amargura es una especie de enfermedad viral. Cuando uno cae en la casa el resto llega a tener el mismo virus. Un hombre amargado le amarga la vida a su esposa y a sus hijos. Lo mismo sucede con una mujer. Toda la familia es contaminada cuando no se mata la raíz de amargura en alguno de sus miembros. Hay padres que le han hecho serios daños a la vida de sus hijos. Muchos viven hoy resentidos por el carácter de padres amargados. Esto también se puede aplicar en la vida de la iglesia y por supuesto en la sociedad. Es una especie de reacción en cadena. El aire contaminado no le hace bien a los pulmones. Es duro aceptar la realidad, pero hay pastores que viven amargados, y proyectan su amargura en sus predicaciones y en sus decisiones, dañando así a sus ovejas.

CONCLUSIÓN

Hermano y Hermana, si tu deseo es querer ministrar a otros, pero hasta el día de hoy estas batallando con la amargura, te invito a que busques antes ayuda, para que puedas superar y ser libre de esa cadena que es la amargura, porque es necesario que el que ministra sea lleno del Espíritu Santo del Señor. Sólo con la intervención de Dios en nuestras vidas podremos vivir lo que Él nos manda. Dice Efesios 4:32: “Antes sed benignos unos con otros, MISERICORDIOSOS, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Y de esa forma fluirá el poder del Señor en nuestras vidas.








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