El papa Formoso siendo juzgado como hereje |
Como Jano era el dios de todo lo que comienza, los romanos lo invocaban inclusive antes que al mismo Júpiter, y al levantarse rezaban la oración Ianus Matutinus. Por eso le dedicaron el primer mes del año, Ianuarius, y las Calendas (primer día del mes) de enero eran las más alegres de Roma.
Junto a las diez mil contradicciones con las cuales el sistema católico romano estaba plagado, los papas, como el antiguo dios Janos, empezaron a declararse infalibles. nada más ridículo y contrario a la realidad histórica. para quienes tenemos un poco de inteligencia, la idea de la infalibilidad papal, es completamente absurda. La mayoría de los papas han declarado ser infalibles, al menos en su doctrina, aunque no en integridad y moral. Es una contradicción que no pueden resolver los curas. A pesar de lo contradictorio de esta situación, la infalibilidad papal fue declarada dogma en 1870.
El autor de esta doctrina de la infalibilidad fue Pío IX (1846-78). Beato Pío IX (Senigallia, Marca de Ancona, Estados de la Iglesia, actual Italia, 13 de mayo de 1792 - Roma, 7 de febrero de 1878), Papa desde 1846 a 1878 y último soberano temporal de los Estados de la Iglesia. Su pontificado de 31 años y medio fue el más largo de la historia de la Iglesia. El cónclave que siguió a la muerte de Gregorio XVI tuvo lugar en un momento de ambiente político inestable en Italia. Esto motivó que varios cardenales extranjeros decidieran no asistir a él. A su comienzo, sólo estaban presentes 46 de los 62 cardenales.
¿Cómo fue elegido Papa? Este cónclave se celebró en el palacio del Quirinal de Roma, que entonces era la residencia pontificia, y fue escenario de una división entre conservadores y liberales. Los conservadores dieron su apoyó a Luigi Lambruschini, cardenal obispo de Sabina y secretario de Estado del papa Gregorio XVI. Pero los liberales apoyaban alternativamente a dos candidatos: a Tommaso Pasquale Gizzi, cardenal del título de Santa Pudenziana y antiguo nuncio apostólico el reino de Cerdeña, y al cardenal Mastai Ferretti. En la primera votación, Mastai Ferretti obtuvo quince votos y los demás votos fueron para Lambruschini y Gizzi. Muchos pensaban que si Lambruschini no resultaba elegido, lo sería Gizzi con toda probabilidad.
Llegado el cónclave a un punto muerto a causa del desacuerdo, los liberales y moderados decidieron votar por Mastai Ferretti, una decisión que fue contraria al sentir de buena parte de los gobiernos de Europa. El segundo día del cónclave, el 16 de junio de 1846, Mastai Ferretti fue elegido papa con una mayoría de 36 votos, mientras que Lambruschini sólo obtuvo diez; Gizzi no recibió ningún voto. Dado que era de noche, no se realizó ningún anuncio formal, exceptuando la fumata blanca. Muchos católicos asumieron que Gizzi había sido escogido como sucesor de Gregorio XVI. De hecho, empezó a haber celebraciones en su ciudad natal, Ceccano, y sus ayudantes, de acuerdo con una antigua tradición, quemaron sus vestiduras cardenalicias.
A la mañana siguiente, se anunció la elección del cardenal Mastai Ferretti ante lo que debió ser una sorprendida multitud de católicos. Por supuesto, cuando el nuevo papa apareció en el balcón, el clima fue de júbilo. Mastai Ferretti escogió el nombre de Pío IX en honor de Pío VII. A las pocas horas de su elección llegó a Roma Karl Kajetan Gaisruck, cardenal del título de San Marco y arzobispo de Milán, que llevaba el veto (esto es, la anulación de esta elección papal), del emperador Fernando I de Austria-Hungría a la elección de Mastai Ferretti, pero llegó tarde, los hechos ya se habían consumado.
Pío IX fue coronado el 21 de junio por el cardenal Ludovico Gazzoli, protodiácono de San Eustachio. Inmediatamente nombró a Gizzi secretario de Estado. Los liberales europeos aplaudieron su elección como Sumo Pontífice, pero los conservadores estaban frustrados.
Sin embargo, él no era un ejemplo que acreditara su pretensión de ser infalible -al menos no en su práctica- pues éste tenía varias mozas (tres de ellas monjas) de las cuales tuvo hijos. Sin embargo la religión católica romana lo ha declarado beato, esto es, a un paso de ser elevado a los altares. Y como en todo lo católico romano hay contradicción. Mientras Pío IX era “Papa”, era el “Santo Padre”, muerto ya no es “santo” apenas llega a “Beato”
Tampoco su antecesor, el papa Gregario XVI (1831-1846), fue mejor pues es conocido como uno de los más grandes borrachos de Italia y también tenía numerosas mujeres; una de ellas, la esposa de su barbero.
Conociendo la historia de los papas, varios obispos católicos se opusieron a declarar la doctrina de la infalibilidad papal como dogma en el Concilio Vaticano I de 1870. En sus discursos, un gran número de ellos mencionó la contradicción entre semejante doctrina y la conocida inmoralidad de muchos papas. Uno de estos discursos fue pronunciado por el obispo José Strossmayer. En su argumento contra el edicto de la «infalibilidad» como dogma, mencionó cómo algunos de los papas se habían puesto en contra de otros papas, cómo se contradijeron unos a otros e hizo una mención especial de cómo el papa Esteban llevó al papa Formoso a juicio.
La famosa historia de un papa llevado a juicio ante otro papa es algo horrendo ¡puesto que el papa Formoso había muerto hacía ocho meses! Sin embargo, su cadáver fue desenterrado de su tumba y llevado a juicio por el papa Esteban. El cadáver, putrefacto, fue desenterrado y situado sobre un trono. Allí, ante un grupo de obispos y cardenales lo ataviaron con ricas vestimentas del papado, se puso una corona sobre su calavera y el cetro del Santo Oficio colocado en los cadavéricos dedos de su mano. Mientras se celebró el juicio, el hedor del muerto llenaba la sala. El papa Esteban, adelantándose hacia el cadáver, lo interrogó. Claro está, no obtuvo respuesta a los cargos y el papa difunto fue sentenciado como culpable de todas las acusaciones. Entonces le fueron quitadas las vestimentas papales, (O sea, lo degradaron para que ya no fuera reconocido más como un Papa; pero en la lista oficial de los papas sigue apareciendo como tal) le arrebataron la corona y le mutilaron los tres dedos que había usado para dar la bendición papal. Después arrastraron el cadáver putrefacto, atado a una carroza, por las calles de la ciudad. El cuerpo fue más tarde lanzado al río Tíber.
Acciones contradictorias como ésta, por luchas entre papas, ciertamente no apoyan la infalibilidad; sin embargo, no se detiene ahí la historia, pues después de la muerte del papa Esteban, el siguiente papa romano rehabilitó la memoria de Formoso y lo mismo hizo más tarde el papa Juan X, lo que desacredita y ridiculiza aún más el dogma de la infalibilidad papal. El hecho es que ni en doctrina, ni en práctica, han sido los papas infalibles. Notemos unas cuantas de las cientos de contradicciones que desmienten esta doctrina:
Después de su muerte, el papa Honorio I fue acusado como hereje por el Sexto Concilio Ecuménico III De Constantinopla. (680-681). El papa León confirmó su condenación. Si los papas fueran infalibles, ¿cómo puede uno condenar al otro?
El papa Virgilio, después de condenar varios libros, retiró su condena; luego los volvió a condenar y una vez más volvió a retirar la condena, para más tarde volverlos a condenar. ¿Hay infalibilidad en esta actitud?
El duelo fue autorizado por el papa Eugenio III (1145-1153). Pero más tarde, el papa Julio II (1509) Y Pío IV (1506) lo prohibieron.
En el siglo XI, había tres papas rivales al mismo tiempo. Todos éstos fueron depuestos por el concilio convocado por el emperador Enrique III. Más tarde, durante el mismo siglo, Clemente III se opuso a Víctor III e incluso a Urbano II ¿Cómo podían ser los papas infalibles cuando se oponían el uno al otro?
Vino luego el gran caos, en 1378, que duró 50 años, cuando los italianos eligieron a Urbano IV y los cardenales franceses escogieron a Clemente VII. Estos papas se maldijeron año tras año hasta que un concilio depuso a ambos y escogieron a otro.
El papa Sixto V hizo preparar una versión de la Biblia, la cual declaró como auténtica y muy fiel; pero dos años más tarde, Clemente VIII declaró que estaba llena de errores y ordenó hacer otra.
Gregorio I rechazó el título de «obispo universal» por considerarlo pagano, «profano, supersticioso, orgulloso e inventado por el primer apóstata» Aún así, a través de los siglos, otros papas han reclamado este título. ¿Cómo podemos decir que los papas son «infalibles» al definir la doctrina, si se contradicen directamente entre sí?
El papa Adriano 11 (867-872) declaró el matrimonio civil como válido, pero el papa Pío VII (1800- 1823) lo condenó como no válido.
El papa Eugenio IV (1431-1447) condenó a Juana de Arco a ser quemada por bruja. Más tarde, en 1919, Benedicto IV la declaró santa. ¿Puede esto ser infalibilidad papal?
¿Cómo pueden ser los papas infalibles cuando un gran número de ellos han negado tal doctrina? Virgilio Inocencio III, Clemente IV, Gregorio XI, Adriano VI y Paulo IV, todos rechazaron la doctrina de la infalibilidad papal ¿Podría ser un papa infalible y no saberlo? ¡Qué inconsistencia!
Considerando la gran inmoralidad, bandidaje y contradicción que ha existido en las vidas de muchos de los papas, podemos ver claramente cuán blasfemas son sus declaraciones acerca de sí mismos. Los papas han tomado títulos tales como «Santísimo Señor», «Jefe de la Iglesia Mundial», «Pontífice Soberano de Obispos», «Sacerdote Supremo», «La boca de Jesucristo», «Vicario de Cristo» y otros más. El papa León XIII, el 20 de junio de 1894, declaró: «Ocupamos en la tierra el lugar de Dios Todopoderoso». Durante el Concilio Vaticano de 1870, el 9 de enero, fue proclamado: «El Papa es Cristo en oficio, Cristo en jurisdicción y poder... nos postramos ante tu voz, oh, Pío, como la voz de Cristo, el Dios de la verdad. Al afianzamos en ti, nos afianzamos en Cristo».
Pero el esquema histórico que hemos visto claramente denota que el Papano es «Cristo en oficio» o en ninguna otra forma. Debemos comparar a ambos -a Cristo y al Papa- y tenemos clara evidencia de que no hay similitud alguna; al contrario, ¡sonopuestos!
El Papa porta una costosa corona, cubierta de joyas. La corona de tres plantas se dice que tiene un valor de 1.300.000 dólares. ¡Qué contraste con nuestro Señor Jesucristo quien durante su vida terrenal no tuvo corona, excepto una de espinas.
El Papa es constantemente atendido por sirvientes. ¡Qué contraste con el Nazareno quien no vino a que le sirvieran sino a servir!
El Papa tiene un palacio de lujo y riquezas extremas que hacen un marcado contraste con el Señor Jesús, quien no tuvo sitio dónde poner su cabeza.
Los papas vestidos en trajes elaborados y costosos, diseñados al estilo de los emperadores romanos de los días paganos, representan un orgullo y vanidad que contrasta con nuestro Salvador, quien vistió el traje de un carpintero.
Además de las muchas contradicciones con las cuales el sistema romano estaba plagado, los papas, como el antiguo dios Janos, empezaron a declararse infalibles. Pero como veremos es una idea completamente absurda. Aun así, la mayoría de los papas han declarado ser infalibles, al menos en su doctrina, aunque no en integridad moral. Esta clase de razonamiento presentaba varios problemas. El pueblo, naturalmente, preguntaba: ¿Cómo pueden ser los papas infalibles al dictar la doctrina y tan inmorales en la práctica? A pesar de lo contradictorio de esta situación, la infalibilidad papal fue declarada dogma en 1870. El autor de la doctrina de la infalibilidad papal fue Pio IX (1846-78). Pero él, ciertamente, no era un ejemplo que acreditara su pretensión--al menos no en su práctica--pues éste tenía varias mozas (tres de ellas monjas) de las cuales tuvo hijos. Tampoco su antecesor, el papa Gregorio XVI (1831-46), fue mejor pues es conocido como una de los más grandes borrachos de Italia y también tenía numerosas mujeres; una de ellas, la esposa de su barbero. Conociendo la historia de los papas, varios obispos católicos se opusieron a declarar la doctrina de la infalibilidad papal como dogma en el Concilio de 1870. En sus discursos un gran número de ellos mencionó la aparente contradicción entre semejante doctrina y la conocida inmoralidad de algunos papas. Uno de estos discursos fue pronunciado por el obispo José Strossmayer. En su argumento contra el edicto de la "infalibilidad" como dogma, mencionó cómo algunos papas se habían puesto en contra de otros papas, cómo se contradijeron unos a otros e hizo una mención especial de cómo el papa Esteban llevó al papa Formoso a juicio. La famosa historia de un papa llevado a juicio ante otro papa es algo horrendo ¡puesto que el papa Formoso había muerto hacía ocho meses! Sin embargo, su cadáver fue desenterrado de su tumba y llevado a juicio por el papa Esteban. El cadáver, putrefacto, fue desenterrado y situado en un trono. Allí, ante un grupo de obispos y cardenales lo ataviaron con ricas vestimentas del papado, se puso una corona sobre su calavera y el cetro de su Santo Oficio colocado en los cadavéricos dedos de su mano. Mientras se celebró el juicio, el hedor del muerto llenaba la sala. El papa Esteban, adelantándose hacia el cadáver, lo interrogó. Claro está, no obtuvo respuesta de los cargos y el papa difunto fue sentenciado como culpable de todas las acusaciones. Entonces le fueron quitadas las vestimentas papales, le arrebataron la corona y le mutilaron los tres dedos que había usado para dar bendición papal. Después arrastraron el cadáver putrefacto, atado a una carroza, por las calles de la ciudad. El cuerpo fue más tarde lanzado al río Tiber. Acciones contradictorias como ésta, por luchas entre papas, ciertamente no apoyan la infalibilidad; sin embargo, no se detiene ahí la historia, pues después de la muerte del papa Esteban, el siguiente papa romano rehabilitó la memoria de Formoso y lo hizo más tarde el papa Juan X, lo que desacredita y ridiculiza aún más el dogma de la infalibilidad papal. El hecho es que ni en doctrina, ni en práctica, han sido los papas infalibles. Notemos unas cuantas de las cientos de contradicciones que desmienten esta doctrina. Después de su muerte, el papa Honorio I fue acusado como hereje por el Sexto Concilio, en el año 680. El papa León confirmó su condenación. Si los papas fueran infalibles, ¿cómo puede uno condenar al otro? El papa Virgilio, después de condenar varios libros, retiró su condena; luego los volvió a condenar y una vez más retiró la condena, para más tarde volverlos a condenar. ¿Hay infalibilidad en esta actitud? En el siglo XI, había tres papas rivales al mismo tiempo. Todos éstos fueron depuestos por el concilio convocado por el emperador Enrique III. Más tarde, durante el mismo siglo, Clemente III se opuso a Víctor III e incluso a Urbano II. ¿Cómo podían los papas ser infalibles cuando se oponían el una al otro? Vino luego el gran caos, en 1378, que duró 50 años, cuando los italianos eligieron a Urbano IV y los cardenales franceses escogieron a Clemente VIII. Estos papas se maldijeron año tras año hasta que un concilio depuso a ambos y escogieron a otro. El papa Sixto V hizo preparar una versión de la Biblia, la cual declaró como auténtica y muy fiel; pero dos años más tarde, Clemente VIII declaró que estaba llena de errores y ordenó hacer otra. Gregorio I rechazó el título de "obispo universal" por considerarlo pagano, "profano, supersticioso, orgulloso e inventado por el primer apóstata". Aún así, a través de los siglos, otros papas han reclamado este título. ¿Cómo podemos decir que los papas son infalibles al definir la doctrina, si se contradicen directamente entre si? El papa Adriano II declaró el matrimonio civil como válido, pero el papa Pio VII (1800-1823) lo condenó como no válido. ¿Cómo pueden ser infalibles los papas cuando un gran número de ellos han negado tal doctrina? Virgilio Inocencio III, Clemente IV, Gregorio XI, Adriano VI y Paulo IV, todos rechazaron la doctrina de la "infalibilidad papal". ¿Podría ser un papa infalible y no saberlo?
Tú valioso lector: ¿qué opinas? El Financiero del lunes 11 de febrero de 2008 en la Cd. de México en su página 49 dice: “A ver, su antecesor, Juan Pablo II dijo que el cielo no es un lugar físico entre las nubes, el infierno tampoco es un lugar, sino la situación de quien se aparta de Dios. Sin embargo, ahora al inicio de la cuaresma; Joseph Ratzinger aseguró que el infierno existe, es real y es eterno, y agregó que no está vacío. Um, señalan, como que dan ganas de decirles: ¡Organícense! ¿existe o no?”
¿Cómo una Minoría Venció a la mayoría en el Concilio vaticano I?La doctrina de la "infalibilidad papal" era el sostén final y desesperado que Pío IX esperaba que apoyaría la estructura decrépita del dominio católico romano sobre los gobiernos del mundo y sus ciudadanos. Para establecer este dogma de una vez por todas, el Papa convocó al Concilio Vaticano I, el 8 de diciembre de 1869.
Conociendo la historia de los papas, varios obispos católicos se opusieron a declarar dicha doctrina como dogma en el concilio de 1870. En sus discursos, un gran número de ellos mencionó la aparente contradicción entre semejante doctrina y la conocida inmoralidad de algunos papas o el hecho de que se hayan puesto unos contra otros, en especial el caso del Papa Esteban VII (896-897) que llevó al Papa Formoso (891-896) a juicio en el año 896.
Conociendo la historia de los papas, varios obispos católicos se opusieron a declarar dicha doctrina como dogma en el concilio de 1870. En sus discursos, un gran número de ellos mencionó la aparente contradicción entre semejante doctrina y la conocida inmoralidad de algunos papas o el hecho de que se hayan puesto unos contra otros, en especial el caso del Papa Esteban VII (896-897) que llevó al Papa Formoso (891-896) a juicio en el año 896.
Antes de que Pio IX abriera el Concilio Vaticano I, el 8 de diciembre de 1869, la oposición a la infalibilidad papal (que ahora todos sabían que el Papa trataba de impulsar a través del Concilio) había aumentado hasta alcanzar proporciones enormes entre los obispos y miembros laicos en general.
Los que estaban a favor de la infalibilidad, cuando comenzó el Concilio, eran una minoría. Sin embargo, tenían un plan concreto de acción para tomar el control de las posiciones claves en la burocracia del Concilio y de los medios noticiosos de la Iglesia. En esto fueron ayudados por el Papa, la mayoría de la curia y los Jesuitas. Para ganar votos, este grupo de presión "no se acobardó de las intrigas, las promesas y las amenazas" (August Bernhard Hasler, How the Pope Became Infallible (Doubleday & Co. Inc., 1981 - Pag. 64).
El chargé d'affaires inglés a la Santa Sede comentó que las preparaciones para hacer pasar a la fuerza la infalibilidad se habían organizado tan bien que : "...los obispos extranjeros hallaron que era perfectamente imposible expresar libremente sus opiniones. Van a recibir una sorpresa desagradable cuando se vean obligados a sancionar algo que ellos en realidad quieren condenar." (Ibid., pp. 66-67)
Gran parte de lo que sabemos de la intriga detrás de los bastidores y de la conclusión deshonesta del Concilio Vaticano I es debido a la obra del historiador y erudito suizo August Bernhard Hasler. Durante sus cinco años en el Secretariado para Unidad Cristiana del Vaticano, Hasler tenía acceso a los archivos secretos del Vaticano. De las cosas que se enteró acerca del Concilio Vaticano I fueron tan per turbantes ("Todo el asunto resultó en una clara manipulación del Concilio") que se sintió impulsado a escribir la obra "Cómo el Papa se volvió infalible". Hasler sufrió una "muerte prematura" inmediatamente después que terminara el manuscrito. Por haber escrito la introducción del libro, el teólogo católico Hans Küng fue "despojado de sus privilegios de enseñanza eclesiástica".
¿En Qué Consiste el Dogma de la Infalibilidad Papal? .
Vaticano I. 1869-1870.
Contra el racionalismo y el galicanismo, es una tendencia que concedía al Papa, la parte más importante de las decisiones en materia de fe, pero sostenían que estas se hacían infalibles sólo si las aceptaba la Iglesia, es decir, el Concilio. Tuvo que definir solemnemente la infalibilidad Pontificia como dogma de fe, cuando habla "Ex Cathedra". Esto es cuando en calidad de pastor y maestro de todos los cristianos, y haciendo uso de su suprema autoridad apostólica define una doctrina sobre la fe y las costumbres.
Esto sucede cuando:
a) enseña una cosa referente al dogma o moral cristianos;
b) que se dirige a la Iglesia Universal;
c) que habla en su calidad de Maestro supremo de la cristiandad;
b) que se dirige a la Iglesia Universal;
c) que habla en su calidad de Maestro supremo de la cristiandad;
Si falta una de estas condiciones, el Papa no es infalible.
El concilio DEFINIÓ que únicamente a Pedro se prometió y confirió de modo directo el primado de jurisdicción sobre toda la Iglesia y su autoridad no deriva precisamente de la Iglesia. El Concilio añade "La Iglesia Romana posee por derecho divino, la primacía de potestad ordinaria sobre todas las demás iglesias. La jurisdicción del pontífice es verdaderamente episcopal e inmediata. La Iglesia es, pues, monarquía de derecho divino, y el Papa recibe plena potestad directamente de Dios." El Papa Pío IX definió también el dogma de la Inmaculada Concepción (1854)
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