domingo, 16 de junio de 2013

EL PAPADO Y SU HAMBRE DE PODER



Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez acompañado de diez
de sus más distinguidos discípulos en la Facultad Evangélica
de Teología - Campus México.


El pasado 12 de diciembre de 2011 Joseph Ratzinger anunció desde el vaticano su intención de viajar a México en la primavera de 2012 en plena campaña política para la Presidencia. El actual partido pro-católico en el poder seguramente ha fincado su esperanza en la ayuda que Ratzinger puede darle para perpetuarse en el poder aunque sabe de sobra del rechazo generalizado de los mexicanos. ¿Pero quién es Ratzinger?
Joseph Ratzinger, nació en  Marktl am Inn, Baviera, Alemania, 16 de abril de 1927
 y actual romano pontífice, quien  adoptara el nombre de Benedicto XVI
Pero ¿Sabes que antes de ser Papa fue el dirigente mundial de la Inquisición? A sí, porque el Santo Oficio de muy ingrato recuerdo no ha desaparecido, sólo cambió de nombre. Ahora se llama Congregación para la Doctrina de la Fe. Y fue
 Juan Pablo II quien  nombró a su entrañable amigo Ratziznger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cargo que asumió en 1982.

Al ser elegido Papa,  decidió  sustituir  la tiara en su escudo,  con el tradicional mitre y el palio de obispo, símbolos de la autoridad del Pontífice como Obispo de Roma. No que haya un arrepentimiento de tanta soberbia en el pontífice romano, sino que ante el avance de tanto conocimiento, científico, tecnológico y social, sumados a tantos escándalos de inmoralidad en cientos de clérigos; la curia romana se ha visto presionada para disimular su ostentación.


Ratzinger desde el balcón central en la Basílica de Pedro
¿Cuánto costará una tiara? Depende. Depende del momento en que se ha mandado a hacer. La Tiara Milán (1922) de Pío XI tenía dos mil piedras preciosas incrustadas, mientras la de Juan XXIII (1959) tenía veinte diamantes, dieciséis esmeraldas, sesenta y ocho rubíes y setenta perlas. La cantidad programada originalmente era el doble, pero Juan XXIII insistió que la mitad fuera devuelta y el ahorro fuese donado a caridad.
Una sola corona no es suficiente para proyectar la autoridad y los poderes que la Curia Romana se adjudica. ¡Se necesitan TRES CORONAS, cuando nuestro bendito Salvador tuvo una y fue de espinas!  Cómo cristiano sé que  Cristo nunca pretendió que le coronaran con una tiara de tres coronas.  ¡Jamás! Los  apóstoles y profetas tampoco.  ¿Alguna vez y en algún lugar, coronaron a Pedro “príncipe de los apóstoles”, colocándole una tiara de tres coronas? Jamás. Sería grotesco aún pensarlo.
Todo el inmenso imperio Católico Romano está fundamentado en interpretaciones equivocadas de las palabras dirigidas por Cristo a Pedro, según Mateo 16:18-19. “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia.” Que ya hemos examinado ampliamente en el capítulo Uno, de esta obra. Cualquier estudioso honesto aprende pronto y sin mayor dificultad que “petros” (Pedro)  es una palabra distinta de  “petra” (Roca), y entiende claramente que, Jesucristo no fundó su Iglesia sobre Pedro sino sobre sí mismo como “la piedra principal del ángulo, escogida, preciosa” (1 Pedro 2:6-8), incorporando él a todos “los apóstoles y profetas” de todas las edades de la Iglesia  en “el fundamento”, y no tan solo a Pedro (Efesios 2:20-22).
Sin embargo, los últimos Papas siempre sueñan con volver a los tiempos hegemónicos del Catolicismo aún sobre los gobiernos de las naciones.
Por sus trabajos diplomáticos y sus chantajes religiosos, los Papas quisieran repetir la hazaña de Alejandro III con Federico I de Alemania. Al subir al trono papal Alejandro III (1159-1181) Federico Barbarroja fue humillado de una manera insólita. En 1176, Federico fue derrotado por la liga lombarda de ciudades italianas. Federico tuvo que arrodillarse a los pies de Alejandro III y besarle los pies para que éste le reconociera como emperador de Alemania. El papado había impuesto supremacía. La profecía de Apoc. 17:18 que dice: “Y la mujer que has visto es la gran  ciudad que reina sobre  reyes de la tierra...”, principiaba a tener su cumplimiento.

No se entiende como millones de personas ven el papa
romano un santo padre con su "santa inquisición"

La Religión Católica Apostólica y Romana, como organización compleja, grande y poderosa debe su existencia a simples pero desastrosos fallos interpretativos, leyendas inventadas, herencias babilónicas y  suposiciones infundadas!
En medio del descrédito y los escándalos, Ratzinger ha procurado recuperar mucho del terreno perdido para la Iglesia Romana, erigiendo santos y beatos como nadie antes que él. Benedicto XVI decidió que, tal como se hacía antes, las beatificaciones las llevara a cabo el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, que actualmente se encuentra en la persona de José Saraiva Martins C.M.F., cardenal diácono de N. Signora del Sacro Cuore.
En algunos casos, ha delegado en otros cardenales. En cualquier caso, el rito de beatificación se celebra -salvo excepciones- en la iglesia local más directamente vinculada con el nuevo beato. Entre las beatificaciones durante el Pontificado de Benedicto XVI destacan Mariana Cope de Molokai (1838-1918), Clemens August Graf von Galen, obispo de Münster (1933-1946 cardenal), Josep Tàpies y seis compañeros sacerdotes de la diócesis de Urgell, que murieron mártires en 1936, Carlos de Foucauld, José Anacleto González Flores y ocho compañeros mártires en México en 1927, Antonio Rosmini.
El 28 de octubre de 2007 Ratzinger  aprobó la mayor beatificación "masiva" de la historia de la Iglesia, 495 mártires españoles; la celebración no la presidió él, pero tuvo una audiencia privada con los peregrinos y obispos españoles.
El 1 de mayo de 2011, el papa beatificó a su antecesor, S.S. Juan Pablo II en una multitudinaria ceremonia en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano. Según la tradición católica,  solo falta un milagro más comprobado para que el Beato Juan Pablo II se convierta en santo. Esta fue la primera vez que un papa beatifica a su antecesor desde la Edad Media. Después de esta beatificación, el Vaticano envió a México una supuesta gota de sangre de Juan Pablo II que los obispos hicieron pasear por muchas diócesis sin pena ni gloria. Fue un cálculo fallido; como seguramente será la visita del Pontífice el año entrante.

En vez de estar en la ciudad de México donde se vería su poco
arrastre entre las multitudes, va al Cerro del Cubilete en
Guanajuato, bastión cristero gobernado por la ultraderecha
Ratzinger no vendrá a la ciudad de México, ya que de inmediato todos medirían la diferencia entre su popularidad y la de su antecesor, por lo tanto irá a un rincón cristero para desde allí hacernos creer que tiene mucho arrastre entre los mexicanos.
Y como  Ratzinger ha sido humillado en varios países europeos en sus visitas papales, por ejemplo en Alemania donde aún obispos católico romanos se negaron a darle la mano en su visita a su país natal. Hay un vídeo en You tuve que muestra esta realidad. Por lo tanto, al Papa  le urge viajar a un país en donde tiene la esperanza de que la gente lo aclame como semi dios y le bese los pies. Sabe que lamentablemente hay un gran sector de la población mexicana que sigue viendo en el Papa al “Vicario de Cristo en la tierra”
A pesar de esa realidad mexicana,  un reportaje de Eugenia Jiménez en el Diario Milenio, apareció esta nota interesantísima: “El mapa religioso de México se ha diversificado, las iglesias evangélicas incrementan el número de seguidores, mientras que en los últimos 50 años la Iglesia católica registra un descenso acelerado de aproximadamente 16 por ciento de fieles, de acuerdo con las cifras de los censos de población.
La astucia del clero, al darse cuenta que Ratizinguer iba a quedar
en evidencia de la poca gente que lo iría a ver, en lugar de
traerlo a la ciudad de México lo llevaron a un cerro lejano donde
dio la impresión de un multitudinario recibimiento.

Y es que en 1950 los católicos representaban 98.2% de la población, es decir, que de haberse mantenido ese porcentaje habría 110.3 millones, lo que comparado con la cifra actual de esos creyentes representa una disminución de 17.4 millones (15.8%). Sería bueno que Ratzinger supiera esto con claridad, para que en vez de venir a hacer política y tratar de ganar fama como líder religioso se preocupara por la desbandada católica en México.
Pero nosotros, los cristianos evangélicos, glorificamos a Dios por el crecimiento numérico cotidiano del pueblo lavado en la sangre preciosa de Jesucristo.

 Es tiempo de que el Pueblo de Dios, levante en alto el Nombre de Jesucristo e impacte a México, más aún, con señales, prodigios y milagros en el Nombre de Jesucristo. De manera que,  la venida del Papa romano sea sin trascendencia espiritual. Ya que de sobra sabemos que “Hay un Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (I Timoteo 2.5)

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