Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez, compartiendo un
folleto evangelístico en la calle a un varón que tiene su puesto
de comida y escucha con atención.
Si tú has tenido una experiencia de conversión a Jesucristo, seguramente recuerdas ese día memorable en que le dijiste a Jesucristo: “Señor, te entrego mi vida, entra a mi corazón”.
Y seguramente esos momentos son inolvidables para ti.
Sin embargo, la mayoría de los cristianos tenemos esta experiencia; que el día en que nos convertimos a Cristo, tuvimos un gran impacto emocional. Lloramos, sentimos un gozo profundo, teníamos ganas de gritar de alegría y aún saltar.
Pero pasó el tiempo, y ese sentimiento de bienestar y alegría, se han ido apagando. Hasta el grado tal, de que han llegado momentos en que no sentimos nada. Y eso nos ha puesto en crisis. Nos preguntamos,¿ realmente soy salvo?
Hoy quiero subrayarte que los cristianos no basamos nuestra fe en los sentimientos, aunque los sentimientos juegan un papel importante en nuestra vida cristiana.
Pero nuestra fe está basada en los hechos consumados que revela la Biblia. Básicamente que Jesucristo se encarnó, murió en la cruz del calvario en nuestro lugar y al tercer día resucitó y vive glorificado en los cielos.
Entonces….¿Cómo puedo estar seguro de ser salvo
Aquí hay dos requisitos bíblicos que debemos cubrir si queremos estar seguros de ser salvos y son:
Hechos 20:21 dice: “Testificando acerca del arrepentimiento y la fe en Jesucristo”
1. Arrepentimiento
2. Fe en Jesucristo.
1. ARREPENTIMIENTO.
Arrepentimiento viene del término griego METANOEO. Término compuesto de META, que significa DESPUÉS; implicando UN CAMBIO, y NOEO que significa PERCIBIR.
Así que fundamentalmente, arrepentimiento implica UN CAMBIO DE PROPÓSITO, UN CAMBIO DE VIDA.
La expresión “ARREPENTIMIENTO PARA CON DIOS”, SIGNIFICA CUANDO MENOS TRES COSAS:
1. Nos damos cuenta que hemos quebrantado los mandamientos de Dios, y que nuestro pecado nos separa de Él.
2. Que confesamos a Jesucristo nuestros pecados y le pedimos perdón por ellos. Dicha confesión debe estar cargada de un sincero deseo de abandonar todos nuestros pecados
3. Aceptamos que por nuestra propia cuenta no podemos cambiar completamente. Que necesitamos del poder transformador de Jesucristo, quien tuvo una vida sin pecado.
Dice Hebreos 4.14-16: "Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.
Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro."
2. FE EN JESUCRISTO
La voz griega, PISTIS, significa primariamente UNA FIRME PERSUASIÓN, UNA CONVICCIÓN BASADA EN LO OÍDO. Por eso dice Romanos 10.17: “La fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios”
Jesucristo al final de su vida terrenal, aceptó morir en la cruz del calvario en nuestro lugar y sufrir la muerte para darnos perdón, salvación y una vida nueva. Dice I Timoteo 1.15: "Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero"
VER: II Cor. 5.21, I Pedro 3.18, I Pedro 2.24, Tito 2.13.14
Terminemos este blog, poniendo un hincapié especial en lo esencial para nuestra experiencia de salvación. La primera crisis que sufrimos los nuevos cristianos es que después del momento de nuestra conversión en que tuvimos lágrimas y grandes emociones, pero al paso del tiempo, ya no sentimos lo mismo y nos preguntamos: ¿Realmente soy salvo? Y si Cristo me ha salvado ¿Por qué ya no siento lo mismo
Lo fundamental es que NUESTRA FE NO ESTA BASADA EN SENTIMIENTOS SINO EN LOS HECHOS CONSUMADOS POR JESUCRISTO. Jesucristo verdaderamente se encarnó, murió en la cruz por nuestros pecados, resucitó al tercer día y ascendió a los cielos de donde le esperamos otra vez.
Así como cambia el estado del tiempo, así también cambian nuestros sentimientos. Así que, lo fundamental es entender que nuestra fe no depende de emociones sino de hechos consumados.
Miles y miles de cristianos que han sucumbido, serían victoriosos si solamente hubieran aprendido que la fe se basa en lo que Dios ha hecho por nosotros y no por lo que sentimos o dejamos de sentir.
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