Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez, en un momento de oración y adoración al Señor. |
“Porque
ellos mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y como os
convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” I Tesalonicenses 1.9
Hemos recorrido la fecha de nacimiento de los dioses en
todas las religiones antiguas, y hemos descubierto que casi todos estos dioses
principales de todos los pueblos en Asia, África y Europa, nacen el 24 de
diciembre por la noche. La pregunta es ¿Por qué? Obvio, hay una inter relación
cultural entre todos ellos. Así que si entre los romanos, Saturno nace el 24 de diciembre, Horus entre
los mitraístas nace el 24 de diciembre y Tamuz entre los babilonios, nace el 24
de diciembre; concluimos rápidamente que
se trata de la influencia común de alguna cultura anterior a la de estos
pueblos. Y eso es correcto.
Pero cuando tú descubras que los dioses de Mesoamérica, antes
de la llegada de los españoles con su religión católico-romana también “nacen”
el 24 de diciembre, eso sí que será asombroso para ti. Te quedas sin palabras
por unos momentos. ¿Cómo? ¿Eso no es posible?
Recién había publicado la primera edición de este libro,
cuando llevé a mi familia un día a Teotihuacán y de allí pasamos al
antiguo convento agustino de Acolman, que estaba siendo transformado en un
museo. Entramos allí para ver cuanta cosa nos pareció interesante.
Estábamos por retirarnos, cuando de pronto, descubrí una
placa que dice que el origen de las posadas en México (algo que relato más
detalladamente en las páginas siguientes) tuvo su origen teniendo como punto de
referencia el nacimiento del dios azteca Hutzilopochtli. Y me he dado a la tarea de una investigación
a fin de ofrecerte este capítulo nuevo dentro de la segunda edición de este
libro.
Chantal López y Omar Cortés, dos compiladores de Historia Prehispánica en su
obra Mitología prehispánica, nos ofrecen una narración del
nacimiento del dios principal de los aztecas: Huitzilopochtli. He aquí, el
texto íntegro: “NACIMIENTO DE
HUITZILOPOCHTLI”
Mucho honraban los Mexicas a
Huitzilopochtli; sabían ellos que su origen, su principio fue de esta manera:
En Coatepec, por el rumbo de Tula, había estado viviendo, allí habitaba una
mujer de nombre Coatlicue. Era madre de los Cuatrocientos surianos (del Sur) y
de una hermana de estos de nombre Coyolxauhqui.
Y esta Coatlicue allí hacía
penitencia, barría tenía a su cargo el barrer, así hacía penitencia, en
Coatepec, la Montaña de la Serpiente, y una vez, cuando barría Coatlicue, sobre
ella bajo un plumaje, como una bola de plumas finas en seguida lo recogió
Coatlicue, lo colocó en su seno.
Cuando termino de barrer, buscó la
pluma, que había colocado en su seno, pero nada vio allí.
En ese momento Coatlicue quedó
encinta. Al ver los cuatrocientos surianos que su madre estaba en cinta, mucho
se enojaron, dijeron: “¿Quien le ha hecho esto?. ¿Quien la dejó encinta? Nos
afrenta, nos deshonra”. Y su hermana Coyolxauhqui les dijo: “Hermanos, ella no
ha deshonrado, hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra ya
encinta. ¿Quien le hizo lo que lleva en el seno?”
Cuando supo esto Coatlicue, mucho se
espantó, mucho se entristeció. Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en su
seno, le confortaba, le decía: “No temas yo se lo que tengo que hacer”.
Y cuando finalmente estuvieron de
acuerdo, estuvieron resueltos los 400 surianos a matar, a acabar con su madre,
luego se pusieron en movimiento, los guiaba Coyolxauhqui. Iban bien
robustecidos, ataviados, guarnecidos para la guerra…
Luego se pusieron en movimiento,
iban en orden, en fila, en ordenado escuadrón los guiaba Coyolxauhqui.
(Y cuando por fin el ejercito
asciende a la cumbre del monte sagrado ocurre el milagro)
En ese momento nació
Huitzilopochtli, se vistió sus atavíos, su escudo de plumas de águila, sus
dardos, su lanzadardos azul, el llamado lanza dardos de turquesa, se pintó su
rostro… Y uno de sus pies, el izquierdo, era enjuto, llevaba una sandalia
cubierta de plumas…
Y el llamado Tochancalqui, puso
fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiucoatl, que obedecía a
Huitzilopochtli.Luego con ella hirió a Coyolxauhqui, le cortó la cabeza, la
cual vino a quedar abandonada en la ladera de Coatepec, montaña de la
serpiente. El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia abajo, cayó hecho
pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo.
Entonces Huitzilopochtli se irguió, persiguió a los 400 surianos los fue
acosando, los hizo dispersarse desde la cumbre de Coatepec, la montaña de la
culebra.
En vano trataban de hacer algo
contra él, al son de los cascabeles y hacían golpear sus escudos. Pero ellos
mucho le rogaban, le decían: “¡Basta ya!”. Pero Huitzilopochtli no se contentó
con eso, con fuerza se ensañaba contra ellos. Los perseguía. Solo unos cuantos
se pudieron escapar de su presencia pudieron liberarse de sus manos. Se
dirigieron hacia el sur, porque se dirigieron hacia el sur se llaman 400
surianos…
Y cuando Huitzilopochtli le hubo
dado muerte, cuando hubo dado salida a su ira, les quito sus atavíos, sus
adornos, su anuecúyotl, se los puso, se los apropió los incorporó a su destino
hizo de ellas sus propias insignias.
A él lo veneraban los mexicas, le
hacían sacrificios, lo honraban y servían. Y Huitzilopochtli recompensaba a
quien así oraba. Y su culto fue tomado de allí de Coatepec la montaña de
la Serpiente, como se practicaba desde los tiempos antiguos. “
ORIGEN DE LAS POSADAS.
El origen de las posadas
data de la época colonial, y fue tomada
de las fiestas de los indígenas en honor al Huitzilopochtli, dios de la guerra
que de acuerdo al calendario juliano correspondía del 2 a 26 de diciembre.
Durante la colonización española y la imposición de la religión católica, los
frailes tomaron las costumbres de estas fiestas paganas confinándolas con
elementos católicos, pero manteniendo la época.
Las posadas se celebraron por primera vez en 1587, en el pueblo de Acolman, un pueblito cerca de la ciudad de México, cuando El papa Sixto V autorizó a Fray Diego de Soria la celebración en la Nueva España de las misas de aguinaldo, en las que se representaban escenas del nacimiento de Jesús para mezclar esta fiesta con elementos católico romanos, y había fuegos artificiales, cantos, y luces.
Estas misas de aguinaldo más tarde, en el siglo XVIII fueron prohibidas por Carlos III, y no fue hasta que el murió que se volvieron a celebrar, pero de manera diferente, ya no la misa en el atrio de las iglesias, sino cantos y representaciones en los barrios y en las casas, haciéndose más populares y transformándose de acuerdo a la región católico romana.
En México las tradiciones religiosas que son una mezcla de elementos indígenas y católicos, han venido a ser una nueva expresión del cincretismo religioso de esta gran nación. Aquí se sigue celebrando –desde la Conquista– el nacimiento del Niño Dios a través de las posadas, las fiestas tradicionales de fin de año, las pastorelas, los villancicos, el pavo, las piñatas, la colación, el ponche, etc.
El dios de la guerra de los aztecas nació el mismo día que el Señor Jesucristo? |
Las posadas se celebraron por primera vez en 1587, en el pueblo de Acolman, un pueblito cerca de la ciudad de México, cuando El papa Sixto V autorizó a Fray Diego de Soria la celebración en la Nueva España de las misas de aguinaldo, en las que se representaban escenas del nacimiento de Jesús para mezclar esta fiesta con elementos católico romanos, y había fuegos artificiales, cantos, y luces.
Estas misas de aguinaldo más tarde, en el siglo XVIII fueron prohibidas por Carlos III, y no fue hasta que el murió que se volvieron a celebrar, pero de manera diferente, ya no la misa en el atrio de las iglesias, sino cantos y representaciones en los barrios y en las casas, haciéndose más populares y transformándose de acuerdo a la región católico romana.
En México las tradiciones religiosas que son una mezcla de elementos indígenas y católicos, han venido a ser una nueva expresión del cincretismo religioso de esta gran nación. Aquí se sigue celebrando –desde la Conquista– el nacimiento del Niño Dios a través de las posadas, las fiestas tradicionales de fin de año, las pastorelas, los villancicos, el pavo, las piñatas, la colación, el ponche, etc.
Pero, ¿cuál es el origen y la evolución de esta celebración?
Al menos las posadas se celebran en México desde hace
muchísimos años, es decir, desde antes
de la época de la Nueva España.
Los antiguos mexicanos celebraban en estas épocas el
advenimiento de Huitzilopochtli y lo hacían con muchas y diferentes fiestas y
rituales que ocurrían en el Panquetzaliztli, la última veintena del calendario
azteca, que comprendía del 17 de diciembre al 5 de enero.
Los franciscanos, en su tarea de imposición de la religiòn del
conquistador, al ver que coincidía con la celebración europea de la Navidad,
hicieron que concordaran las fechas y sustituyeron los personajes de esta
celebración indígena. Así, las fiestas, danzas, carreras y rituales que
conmemoraban el nacimiento del Niño
Sol, al igual que el nacimiento de Tamuz,
el dios sol de los babilonios; coincidieron con la tradición católica del nacimiento del
niño Dios.
LA PEREGRINACION PARA HUTZILOPOCHTLI
Por supuesto, la
tradición del peregrinaje de María y José en su camino a Belén,
prácticamente ha desaparecido. Esta representación se conforma de nueve
posadas, que inician el 16 de diciembre y culminan el día 24, la noche del
nacimiento de Tamuz, que el obispo apóstata Liborio declaró fiesta del
nacimiento de Jesús.
Una vez más, la coincidencia de las fiestas de la natividad de
Hutzilopochtli, con este peregrinaje de José y María resulta sorprendente.
En el mundo prehispánico, se observaba un peregrinaje similar como parte de la
celebración de la navidad de Hutzilopochtli.
Cada año, en el primer día del Panquetzaliztli se realizaba una
ceremonia en honor del dios Huitzilopochtli, el Niño Sol, para conmemorar
su nacimiento el 21 de diciembre. La ceremonia comenzaba con una carrera
encabezada por un corredor muy rápido que cargaba en los brazos una figura de
Huitzilopochtli hecha de amaranto y que llevaba en la cabeza una bandera
(pantli) de color azul (texuhtli). La carrera se iniciaba en la Gran casa del
Sol (Huey Teocalli) y llegaba hasta Tacubaya, Coyoacán (Coyohuacan) y
Churubusco (Huitzilpochco). Detrás del portador de esta imagen corría una
multitud que se había preparado con ayuno.
Otra celebración que se hacía en esos días –y que le da nombre a
este mes– es aquella en la que se ponían unas banderitas (pantli) de papel
amate a todos los árboles frutales y plantas comestibles como zapotes,
capulines, aguacates, guayabos, nopales, magueyes, etc. El día de la fiesta se
sahumaban todos los árboles y se les ofrendaban tortillas (tlaxcalli) y pulque
(meoctli) a fin de agradecerles sus frutos, que fueron alimentos durante el
año.
Esta celebración se asemeja al momento de las posadas cuando se
rompe la piñata y se reparte la colación y el ponche. Pero era el día del
solsticio de invierno, el 21 de diciembre, cuando el Sol había llegado hasta su
máximo desplazamiento hacia el sur, cuando se celebraba el nacimiento del
Huitzilopochtli. Para entonces el Sol ya había recorrido la bóveda celeste y
había muerto el 20 de diciembre. Se decía que el Niño Sol se iba al Mictlán,
lugar de reposo o de los muertos, donde se transmutaba en forma de colibrí para
regresar al origen. Coincidentemente, el
24 de diciembre era el día en que el Sol resurgía en Malinalco –al sur–
Huitzilopochtli significa colibrí del sur, acarreando
consigo una gran cantidad de danzas y fiestas que se empatan con la Natividad o
natividad de Tamúz.
Por lo antes visto en este capítulo para
los frailes católico romanos, la substitución de dioses en las fiestas
navideñas fue relativamente fácil, ya que para los indígenas la fiesta de
navidad seguía siendo fundamentalmente la misma, y para los españoles, esta
situación resultaba cómoda y sorpresiva, pues miraban cómo los indígenas, de
quienes se dudaba si tenían realmente alma; principiaban a usar nombres de los
elementos católicos en substitución del nacimiento de su dios Hutzilopchtli.
Que millones de personas que no han
conocido el Evangelio de Jesucristo y viven en la religión popular, celebren la
navidad y la sigan viendo como la fiesta más grande de la Cristiandad, es
explicable. Pero que evangélicos que tienen la Biblia en la mano y quieren
agradar a Dios, sigan con estas tradiciones babilónicas, no puede explicarse a
menos que en el corazón de esta gente no haya el sincero anhelo de hacer las
cosas que le agradan a Jesucristo, aquel Señor que nos ha salvado.
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