sábado, 2 de agosto de 2014

LA GRANDEZA DE MARÍA

Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez
con su hijo el Apóstol Gibbar Sánchez
Vizcarra.
Los cristianos evangélicos, desde siempre amamos y respetamos mucho, la memoria de María, la madre del Señor Jesús. Indiscutiblemente que fue una mujer virtuosa y llena de gracia.                                                                                                                                                         Pero nunca aceptaremos el espíritu babilónico que reina dentro del Catolicismo Romano, en donde la diosa pagana y falsa Semiramis, ha sido arropada lamentablemente con la figura de María. Entre María, la de la Biblia, y Semiramis, o Diana, o Artemisa….hay una diametral diferencia.                  
 María, la de la Biblia, cuando siendo Virgen, concibió por obra del Espíritu Santo, visitó a su prima Elizabeth…y lo más importante que le dijo, fue: “Mi alma se regocija en Dios mi Salvador” ¿Quién necesita un Salvador, o acepta un salvador? Únicamente quien se da cuenta que es un pecador. Si hay alguna grandeza en  María, fue haberse dado cuenta de lo que Romanos 3.10 dice: “No hay justo ni aun uno” Esto implica, ni aún María.               Y ella, María, humildemente nos enseña a confiar únicamente en Jesucristo como el Salvador del mundo. En eso estriba su grandeza, en eso estriba su gloria, en que se dio cuenta que no era diosa, sino una criatura.