Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez, transitiendo en vivo el programa Buneas Noticias a través de 1440 AM en la ciudad de México. |
“Mirad
bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna
raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;
16.
no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida
vendió su primogenitura”.
Hebreos 12:15-16
OBJETIVO DE ESTE BLOG:
|
Lograr que cada ungido de Dios sea
completamente sano de la AMARGURA y de las consecuencias de la misma, para una
más efectiva ministración y una vida de plenitud y libertad.
INTRODUCCIÓN.
Hay árboles que rompen banquetas, y
aún parten los cimientos de las casas. Estos árboles tienen raíces profusas,
gruesas y penetrantes. La única opción para resolver el estrago que causan es
desarraigarlos.
La amargura es un árbol semejante.
Cuando aparece en la vida de un ser humano es tan pequeño e imperceptible, que
pasa inadvertido. Pero al paso del tiempo se hace un árbol que lo destruye
todo.
Lo mejor de la vida, se devora, sobre
todo, devora las buenas relaciones humanas que este individuo pudo haber
gozado. Por eso, superar la amargura es de vital importancia si se quiere vivir
en plenitud la vida cristiana y si se quiere ministrar a otros.
I
¿COMO SURGE LA AMARGURA?
¿Cómo definimos la
amargura? Los diccionarios dicen que es un sentimiento de pena, aflicción o
disgusto.
La amargura de su
corazón. ¿Qué es lo que causa este
sentimiento? Con frecuencia la amargura viene como consecuencia de un fracaso
del proyecto que se consideraba fundamental en la vida.
En Griego, el verbo pikraino (PIKRAINO) que viene de pik (pik) y significa cortar, hinchar,
se ha traducido en la voz media al Español, como ser áspero Colosenses 3:19 que
dice: “Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas”. Pero también se traduce amargar, en
Apocalipsis 10:9 dice: “Y fui al ángel, diciéndole que me diese el
librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu
boca será dulce como la miel.” También se usa en la voz pasiva, SER
AMARGADO como en Apocalipsis 8:11 y 10:10.
El
termino pikria (PIKRIA) denota amargura,
relacionado con pikraino. Se usa en Hechos 8:23 de manera metafórica para
expresar una condición de extrema maldad. He aquí el versículo: “Porque
en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás.” Esto es, la
amargura desemboca al final en una maldad extrema en donde el individuo por
sentir un alivio interno es capaz de hacer cosas inauditas en contra de otros.
Y estos otros, casi siempre son inocentes.
Cuando las
personas están invadidas de la amargura, la Biblia habla de ellas como
que tienen HIEL DE AMARGURA, como en Romanos 3:14 donde Pablo declara: “Su
boca está llena de maldición y de amargura.”
La persona que sufre
amargura, jamás podrá hablar cosas positivas. Cuando abre su boca llena el
ambiente de cosas negativas, destruye con su lengua. Está lleno de maledicencia
como dice Efesios 4:29-31: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra
boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia
a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis
sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia”.
Pero sobre todo, quien no
ha superado la amargura y se ha dejado invadir el alma por ella, se llena de un
aborrecimiento amarga. De manera metafórica (Figura retórica que consiste en
identificar un término real con uno imaginario con el que mantiene una relación
de semejanza: ''la primavera de la vida es una metáfora de la juventud.) tiene
raíz de amargura y si sus raíces son amargas, los frutos que da son de total
amargura, como lo dice Hebreos 12:15: “Mirad bien, no sea que alguno deje de
alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y
por ella muchos sean contaminados”
Después que el pueblo de
Israel cruzó el mar rojo, caminó tres días por el desierto sin hallar agua,
hasta que llegó a un sitio que denominaron Mara, por cuanto las aguas eran
amargas (Ex. 15:22-27). Allí el pueblo murmuró y se quejó,
pero el Señor le mostró a Moisés un árbol el cual echó sobres las aguas
y se volvieron dulces, de modo que el pueblo pudo tomarlas.
Apóstol Dr. Gabriel Sánchez, PAstores César Guerrero, Adi Sánchez VIzcarra, Allan Bey García y Ulises Coria en plena transmisión del programa Buenas Noticias. |
Qué bendición tan grande
pudieras recibir, si mientras lees este libro,
Dios te muestra hoy ese “árbol”
para que sanes las “aguas amargas” de tu vida. Todos sabemos que nada es más desagradable que lo amargo.
Algunos todavía recordamos aquellas medicinas antiguas que eran muy amargas,
aunque muy buenas. Hoy día se les han incorporado variedad de sabores para que
la medicina sepa mejor, sobre todo si es para los niños. ¿Ha oído la expresión
“me has amargado la vida?”. O aquella que dice: “Mi esposa me amargó la
existencia”. Mientras que otros cuando llegan a la casa dicen: “Hoy pasé un día
muy amargo”. Con estos calificativos la gente quiere expresar un estado de
ánimo muy contrario a la paz del espíritu. El presente tema tiene una
importancia perentoria, por cuanto es el causante de serios problemas en la
vida del creyente. La amargura es una enfermedad con síntomas y consecuencias
que afectan espiritual, emocional y físicamente a las personas.
Me gozo al ver cómo gente
que ha llegado a la Comunidad Cristiana Filadelfia llena de amargura, ha sido
sanada por el poder del Espíritu Santo. Este proceso es lento pero real. Hay
personas que tienen la amargura como compañera de viaje.
¿Quién es una persona
amargada? Es alguien que ha sido herido. Alguna experiencia lo marcó de tal
manera que su rostro y su carácter son un exacto reflejo de una raíz de
amargura que no ha sido sacada. Pero tú has sido llamado para vivir una vida
con sabor… con sabor a cristiandad. Estás programado por tu Creador para que
cantes conmigo: “Esta paz que yo siento en mi alma, no es porque todo me va
bien. Esta paz que yo siento en mi alma, es porque yo sigo a mi Jesús. No miro
las circunstancias, no, no no. Miro su amor, su gran amor. No me guío por
vista, alegre estoy”
¿Cómo sanarse de la
amargura?
Una
característica de las personas amargadas es que manifiestan de manera
enfermiza, celos infundidos. He visto como algunos que se casaron muy felices e
ilusionados, a los pocos meses después de la boda, se sienten vacíos,
frustrados, porque abundan los problemas ocasionados por celos. Esto es destructivo para el matrimonio, pero
al destruir al cónyuge, se destruyen también a los hijos y a otros familiares
cercanos.
En término pikroV (PIKROS) que tiene la misma raíz de pikraino, (pikraino) significa acosado, afilado, agresivo en el
sentido del gusto o del olfato, “lo que produce un olor penetrante,
insoportable”. En Santiago 3:11 se usa de manera natural, pero en Santiago 3:14
se usa en sentido metafórico al referirse a los celos. He aquí el versículo: “Pero
si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni
mintáis contra la verdad” Como los sabores y los olores que producen
nauseas, así es el carácter de la gente amargada. Vivir con ellas es lo último
que uno desearía. La amargura corta las bendiciones que Dios tiene para ti. Es
un hecho que la raíz al final dará su fruto sea bueno o sea malo. Cuando tú
estás amargado tienes que saber que te estás haciendo un gran daño, pero además
se lo estarás haciendo a otros. Por eso, cuando alguien se convierte realmente
al Señor tiene un cambio de 180 grados en su trato hacia quienes le rodean,
porque recibe sanidad interior de Jesucristo.
La amargura le llevará a
enfrentar problemas físicos, emocionales y sociales. El creyente amargado
pierde las bendiciones de la gracia. ¿Qué es lo que sucede cuando usted permite
que alguien le cause amargura? Lo más probable es que usted se convierta en un
esclavo de esa persona. Es como si concluyera de una manera derrotado,
diciendo: “El hombre que odio me persigue a donde quiera que voy… no puedo
escapar de sus garras que laceran mi mente. El hombre que odio me prohíbe
disfrutar de las cosas que más quisiera”. Dios ha reservado una buena parte de
sus bendiciones para nuestra vida, pero pudieran ser estorbadas si dejamos que
la amargura eche sus raíces en nuestro corazón. ¿De cuántas bendiciones te
estarás perdiendo por esta enfermedad? Dile al Señor que te muestre el “árbol”
para sanar tus aguas amargas.
2. La amargura trae
ausencia de santidad y paz. Uno de los frutos desagradables de la amargura es que le roba la santidad
y la paz al creyente. No puede vivir en
completa paz quien conserva una raíz de amargura. Pero lo que es peor aún, no
puede alguien vivir una vida de santidad si no ha sanado de esta enfermedad del alma. No
puede una persona vivir en santidad y en pecaminosidad a la vez. El texto nos
dice que si estas dos virtudes están ausentes de la vida del creyente, el tal
no podrá ver al Señor. Esto implica que la falta de estas dos necesidades del
alma se constituye en un serio impedimento para la comunión con Dios. La falta
de santidad en la vida cristiana crea una separación entre Dios y nosotros. Una raíz de
amargura genera el fruto de una vida hostil, donde la intranquilidad y los
pensamientos negativos son los que más abundan. Mira la orden que Dios nos da:
“Buscad la paz y la santidad”
2. Por la amargura muchos
son contaminados. Una persona amargada contamina a otra. La amargura es una
especie de enfermedad viral. Cuando uno cae en la casa el resto llega a tener
el mismo virus. Un hombre amargado le amarga la vida a su esposa y a sus hijos.
Lo mismo sucede con una mujer. Toda la familia es contaminada cuando no se mata
la raíz de amargura en alguno de sus miembros. Hay padres que le han hecho
serios daños a la vida de sus hijos. Muchos viven hoy resentidos por el
carácter de padres amargados. Esto también se puede aplicar en la vida de la
iglesia y por supuesto en la sociedad. Es una especie de reacción en cadena. El
aire contaminado no le hace bien a los pulmones. Es duro aceptar la realidad,
pero hay pastores que viven amargados, y proyectan su amargura en sus
predicaciones y en sus decisiones, dañando así a sus ovejas.
CONCLUSIÓN
Hermano y Hermana, si tu deseo es
querer ministrar a otros, pero hasta el día de hoy estas batallando con la
amargura, te invito a que busques antes ayuda, para que puedas superar y ser
libre de esa cadena que es la amargura, porque es necesario que el que ministra
sea lleno del Espíritu Santo del Señor. Sólo con la intervención de Dios en
nuestras vidas podremos vivir lo que Él nos manda. Dice Efesios 4:32: “Antes
sed benignos unos con otros, MISERICORDIOSOS, perdonándoos unos a otros, como
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”. Y de esa forma fluirá el
poder del Señor en nuestras vidas.
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