Apóstol Dr. Gabriel Sánchez Velázquez, al inaugurar la nueva puerta de acceso de la Comunidad Cristiana Filadelfia GAM en el D. F. |
El autollamado Francisco I es sucesor legítimo únicamente de su “Santidad” Martín V. Elegido Papa, el 11 de noviembre de 1417, durante el Concilio de Constanza, en un cónclave que depuso a los Papas Juan XXIII y Benedicto XIII y que aceptó la renuncia del Papa Gregorio XII. Concilio que quemó vivo a Juan Hus, ignorando el salvoconducto de Segismundo el Patrono del mismo concilio.
De sobra, se han integrado datos que demuestran de una manera categórica y definitiva que LA SUCESION APOSTOLICA EN LOS PAPAS ES UNA MENTIRA, Y UNA MENTIRA ES MÁS QUE UNA TRADICIÓN.
Aún los historiadores católicos más serios, aceptan y afirman que el desarrollo del papado ha sido lento, complejo y basado en diez mil mentiras.
Gordon Stein16, y la misma Enciclopedia Católica, describen lo que se conoce como el FALSO LEGADO DE CONSTANTINO.
Lorenzo Valla, descubrió y lanzó al mundo la revelación de que jamás existió tal legado de Constantino. Pero ¿Quién fue Lorenzo Valla?
Lorenzo Valla nació en Roma, en el año 1407 y murió en Nápoles en 1457. Fue Humanista, filólogo y filósofo italiano. Hasta 1433 enseñó en Pavía, residió en diversas ciudades italianas y se estableció en Nápoles (1437), bajo la protección de Alfonso V de Aragón. Nombrado secretario apostólico (1448), fue a Roma. Difundió y tradujo textos griegos y latinos, y buscó conciliar el paganismo clásico con la fe cristiana (De voluptate, 1431). Latinista (Elegantiae linguae latinae, 1444) y crítico hacia el aristotelismo medieval (Disputationes dialecticae, 1439), incentivó la crítica textual (In Novum Testamentum adnotationes, 1449). Su De falso credita et ementita Constantini donatione declamatio (1440), que negaba que éste hubiera dado al Papa, territorio alguno, causó un shock a los más fervientes católicos de su época, porque ponía al descubierto la falsedad en que el Vaticano se apoyó para lograr el poder temporal del papa.
Acusado ante la Inquisición, supo defenderse con su Apologia adversus calumniatores (Defensa Contra Los Calumiadores) (1444). Pero tuvo que transcurrir siglos para que esta obra pudiese salir a la luz, y hoy en día la Religión Católica Romana acepta que el fraude es auténtico.
El fraude legalizó la unión entre iglesia y estado, un proceso que comenzó en el siglo IV, de esta era, bajo el Emperador Constantino y resultó altamente beneficioso para la institución católica romana en la formación de lo que más tarde se ha denominado falsamente “cristiandad”, un sistema feudal que duraría más de 1000 años. Con el colapso del Imperio Romano, el Catolicismo Romano se contrajo y la Religión Romana quedó aislada de su lejano benefactor, el Emperador de Bizancio.
En el año 756 DC., los Estados papales italianos (gran parte de la ciudad de Roma y las principales áreas de la Italia occidental) fueron oficialmente adquiridos por la Religión Católica basados en uno de los más grandes fraudes que el Papado ha hecho. Esta transferencia de tierras fue legitimada sobre la base de un documento supuestamente escrito por el Emperador romano Constantino I, en el año 337 DC., el cual concedía todas estas regiones al Papa Silvestre I (Papa desde 315-335 E.C.) y a sus sucesores.
Probablemente, el primer borrador fue escrito durante la segunda mitad del siglo VIII, como ayuda al Papa Esteban II en sus negociaciones con el Mayor del Palacio de los Francos, Pepin el Petiso. El Papa cruzó los Alpes para ungirlo como Rey en el año 754 DC., permitiéndole a la familia Carolingia, a la cual Pepin pertenecía, suplantar a la antigua Dinastía Real de los Merovingios que se encontraba en decadencia y sin poder.
Aparentemente Pepin, en un oscuro pacto, le había prometido al Papa otorgarle las tierras que los Lombardos habían tomado de los Bizantinos en Italia.
La promesa fue cumplida en el año 756. La supuesta donación de Constantino le facilitaba a Pepin dar las tierras en forma de restauración, otorgando así, derechos políticos económicos y sociales, los cuales la Religión Católica Romana no poseía.
Durante varios siglos, la autenticidad de la Donación de Constantino no fue cuestionada. Sin embargo en esta declamación, Valla argumenta que la donación era un fraude. Había notado no sólo que no hubo ningún documento indicando que el Papa Silvestre I era consciente de tal dote, sino que el texto de la Donación contenía una serie de anacronismos históricos. Por ejemplo, se hacía referencia a Bizancio como una provincia cuando en el siglo cuarto solo era una ciudad. Se refería a los templos en Roma cuando aun no existían; y finalmente, se hacía referencia a “Judea”, la cual tampoco existía todavía.
El problema que creó Valla es que la Donación constituía el pilar principal sobre el cual residía la legitimidad de los Estados Papales, debido a esto, sus escritos fueron reprimidos. Recién en el año 1517 pudieron aparecer copias de sus escritos. Aunque las pruebas de Valla eran contundentes, pasaron varios siglos antes que la RELIGION CATOLICA ROMANA reconociera el fraude.
Hoy en día se cree que la Donación de Constantino fue realmente escrita alrededor del año 750 dC., poco antes de que la Religión Católica adquiriera los Estados Papales (y muchos siglos después de la muerte de Constantino). Su verdadero autor es desconocido.
A continuación, transcribimos integro el texto de la falsa Donación de Constantino, para que tú caro lector, por ti mismo descubras en el texto, los fraudes que saltan a la vista y que Lorenzo Valla, un fiel católico romano descubrió y dio a conocer al mundo. Sobresale esa astucia diabólica para inventar “donaciones” imperiales:
“Junto con todos los magistrados, con el senado y los magnates y todo el pueblo sujeto a la gloria del Imperio de Roma, Nos hemos juzgado útil que, como san Pedro ha sido elegido vicario del Hijo de Dios en la tierra, así también los pontífices, que hacen las veces del mismo príncipe de los Apóstoles, reciban de parte nuestra y de nuestro Imperio un poder de gobierno mayor que el que posee la terrena clemencia de nuestra serenidad imperial, porque Nos deseamos que el mismo príncipe de los Apóstoles y sus vicarios nos sean seguros intercesores junto a Dios. Deseamos que la Santa Iglesia Romana sea honrada con veneración, como nuestra terrena potencia imperial, y que la sede santísima de san Pedro sea exaltada gloriosamente aún más que nuestro trono terreno, ya que Nos le damos poder, gloriosa majestad, autoridad y honor imperial. Y mandamos y decretamos que tenga la supremacía sobre las cuatro sedes eminentes de Alejandría, Antioquía, Jerusalén y Constantinopla y sobre todas las otras iglesias de Dios en toda la tierra, y que el Pontífice reinante sobre la misma y santísima Iglesia de Roma sea el más elevado en grado y primero de todos los sacerdotes de todo el mundo y decida todo lo que sea necesario al culto de Dios y a la firmeza de la fe cristiana...
...Hemos acordado a las iglesias de los santos Apóstoles Pedro y Pablo rentas de posesiones, para que siempre estén encendidas las luces y estén enriquecidas de formas varias; aparte, por nuestra benevolencia, con decreto de nuestra sagrada voluntad imperial hemos concedido tierras en Occidente y en Oriente, hacia el norte y hacia el sur, a saber en Judea, en Tracia, en Grecia, en Asia, en África y en Italia y en varias islas, con la condición de que sean gobernadas por nuestro santísimo padre el sumo pontífice Silvestre y de sus sucesores...
...Desde este momento concedemos a nuestro santo padre Silvestre, sumo pontífice y papa universal de Roma, y a todos los pontífices sucesores suyos, que hasta el fin del mundo reinen sobre la sede de san Pedro: nuestro palacio imperial de Letrán, la diadema, o sea nuestra corona, la tiara, el humeral que suelen llevar los emperadores, el manto purpúreo y la túnica escarlata y cualquier otra indumentaria imperial, la dignidad de caballeros imperiales, los cetros imperiales y todas las insignias y estandartes y los diversos ornamentos imperiales, y todas las prerrogativas de la excelencia imperial y la gloria de nuestro poder. Queremos que todos los reverendísimos sacerdotes que sirven a la misma santísima Iglesia Romana en sus diversos grados, tengan la distinción, potestad y preeminencia con las que se adorna gloriosamente nuestro ilustre Senado, es decir, que se conviertan en patricios y cónsules y sean investidos con todas las otras dignidades imperiales. Decretamos que el clero de la Santa Iglesia Romana se adorne como el ejército imperial. Y como la potencia imperial se circunda de oficiales, chambelanes, servidores y guardias de todo tipo, así también queremos que la Santa Romana Iglesia esté adornada con los mismos. Y para que resplandezca magníficamente el honor del Pontífice, decretamos asimismo lo siguiente: que el clero de la Santa Iglesia Romana adorne sus caballos con arreos y gualdrapas de lino blanco y así cabalgue. Y como nuestros senadores llevan calzados blancos de pelo de cabra, así los lleven también los sacerdotes, para que las cosas terrenas sean adornadas como las celestiales, para gloria de Dios. Además, a nuestro santísimo padre Silvestre y a sus sucesores les damos autoridad de ordenar a quien quiera que desee ser clérigo, o de agregarlo al número de los religiosos. Nadie actúe con arrogancia respecto a esto. También hemos decidido que él y sus sucesores lleven la diadema, o sea la corona de oro purísimo con gemas preciosas, que de nuestra cabeza le hemos concedido. Pero porque el mismo beatísimo Papa no quiso llevar una corona de oro sobre la corona del sacerdocio, que lleva a gloria de san Pedro, Nos con nuestras propias manos hemos puestos sobre su santa cabeza una tiara brillante de cándido esplendor, símbolo de la Resurrección del Señor y por reverencia a san Pedro le sostuvimos las riendas de su caballo, cumpliendo para él el oficio de caballerizo: establecemos que también todos sus sucesores lleven en procesión la tiara, con un honor único, como los emperadores. Y para que la dignidad pontificia no sea inferior, sino que tenga mayor gloria y potencia que la del Imperio terreno, Nos damos al mencionado santísimo pontífice nuestro Silvestre, papa universal, y dejamos y establecemos en su poder gracias a nuestro decreto imperial, como posesiones de derecho de la Santa Iglesia Romana, no solamente nuestro palacio, como ya se ha dicho, sino también la ciudad de Roma y todas las provincias, lugares y ciudades de Italia y del Occidente. Por ello, hemos considerado oportuno transferir nuestro imperio y el poder del reino hacia Oriente y fundar en la provincia de Bizancio, lugar óptimo, una ciudad con nuestro nombre, y establecer allí nuestro gobierno, puesto que no es justo que el emperador terrenal reine allí donde el Emperador celestial ha establecido el principado de los sacerdotes y la Cabeza de la religión cristiana. Decretamos que todas estas decisiones que hemos sancionado con un sagrado decreto imperial y con otros divinos decretos, permanezcan inviolables e íntegros hasta el fin del mundo. Por consiguiente, en presencia de Dios vivo que nos ordenó reinar, y delante de su juicio tremendo, decretamos solemnemente, con este acto imperial, que a ninguno de nuestros sucesores, magnates, magistrados, senadores y súbditos que ahora, o en el futuro estuvieren sujetos al imperio, sea lícito infringir esto o alterarlo de cualquier modo. Si alguno -cosa que no creemos- despreciase o violase esto, sea alcanzado por las mismas condenas y les sean adversos, tanto ahora como en la vida futura, Pedro y Pablo, príncipes de los Apóstoles, y con el
Bergoglio tiene una aversión notoria hacia las mujeres. |
Tantas y tantas mentiras del Vaticano han hecho de la Religión Católica Romana, una de las más dañinas para la humanidad. La Historia Oficial de Roma sólo ha sido real en su imaginación. Todo lo que Roma toca, lo pervierte, lo desvirtúa, lo tuerce a su conveniencia.
Así que eso de que hay una línea sucesoria desde Pedro hasta Benedicto XVI, no es más que la tarjeta de presentación del Vaticano. Esa tarjeta es por naturaleza mentirosa y un vil engaño a millones de “feligreses” cándidos, que prefieren oír a los curas que investigar la Historia.
Dígase como debe ser. Primero, Pedro no fue obispo de Roma, no fue Papa, no tuvo que ver nada con la creación paulatina del Romanismo. Aún los primeros “obispos” de Roma son inventados, acomodados “a doc”, porque los primeros líderes de las Iglesias Cristianas en Roma, trabajaban en Presbiterio. Esto es, los pastores se trataban de manera respetuosa como iguales entre todos ellos, sujetos espiritualmente a los apóstoles y profetas. De manera que no es posible tener una lista cierta de gente que se dijo “obispo de Roma” en el primer siglo
Los nombres como: Lino de Toscana, Cleto de Roma y Clemente de Roma, son legendarios. Pero desde el siglo segundo, en que principian a perfilarse los obispos monárquicos como parte del deterioro del CRISTIANISMO, es posible que sea histórica la lista que Roma da. Sin que ello implique sucesión ininterrumpida. Ya que como se ha visto en un capítulo anterior de esta obra; el Romanismo ha tenido momentos cruciales con dos y hasta tres papas simultáneos, todos ellos atribuyéndose el título de Vicarios de Cristo, “Su Santidad”, “Santísimo Padre”.
En la Edad Media, Roma vive la edad de las tinieblas. LA Sede Papal en Aviñón, el Doble Papado, y el triple Papado, son ejemplos claros de que tan putrefacta ha sido la RELIGIÒN Católica Romana. La conducta privada de los papas y clérigos de estos años es la muestra de lo que realmente ha sido, y es Roma, la gran Ramera del Apocalipsis
Benedicto XVI es sucesor verdadero, directo, real, e histórico de Martín V quien fuera Papa de 1417 a 1431, cuyo nombre real fue Otón Colonna y nació en Roma. De este Papa si son verdaderos sucesores todos los papas de los últimos quinientos años. Pero hacia atrás en la Historia, NO EXISTE LINEA INITERRUMPIDA.
Del libro católico romano: “Historia de la Iglesia”, de Bruno Ávila, editorial San Benito, de Buenos Aires publicado en 1949 tomamos los siguientes datos: Una vez reunido el Concilio de Constanza teniendo como Patrono al Emperador Alemán Segismundo I, se logra la renuncia del Papa Juan XXIII, y luego la del Papa Gregorio XII, y habiendo depuesto al Papa Benedicto XIII.
En la lista oficial de los Papas, Roma reconoce como sucesor legítimo a su “Santidad Gregorio XII. Y uno se pregunta: ¿Era o no era legítimo “sucesor” de San Pedro? Si era como lo afirma la lista “ininterrumpida de sucesores, ¿por qué lo obligaron a renunciar?, y si renunció porque no era legítimo sucesor de Pedro, entonces ¿Por qué ahora la Religión Romana lo tiene en la lista de los auténticos sucesores? Lo cierto es que la renuncia de su Santidad Gregario XII, es un ejemplo del vergonzoso contubernio generado entre los cardenales de la época, que tironeaban cada uno para su lado a efectos de erigir al Papa de su agrado. Un episodio general que deja al descubierto la falacia que muchos en la iglesia de Roma pretenden propagar respecto de la "sucesión ininterrumpida del príncipe de los apóstoles, guiada por el Espíritu Santo".
Por supuesto que el Concilio de Constanza no logró que su santidad el Papa Benedicto XIII, cuyo nombre real era Pedro Martínez de Luna, renunciara. Entonces el Concilio lo depuso. Y si el Concilio lo depuso, entonces: ¿En donde quedó la dirección del Espíritu Santo al haberlo elegido?
Benedicto XIII, nacido Pedro Martínez de Luna, nació en Illueca, Zaragoza, 1328 y murió en Peñíscola, Castellón en 1423
Brevemente quiero dejar constancia de los Papas que sí son de sucesión ininterrumpida de Martín V en el siglo XV. Más allá de esto, es una grotesca mentica del Vaticano. De 1431 a 1447, fue Papa, Eugenio IV, cuyo nombre real era Gabriel Condulmer, nacido en Venecia. De 1447 a 1455 Nicolás V, cuyo nombre real fue Tomás Parentucelli, oriundo de Zarzana. De 1445 a 1458 Calixto III cuyo nombre fue Alfonso de Borja o Borgia, de Canals España. De 1458 a 1464 Pio II, cuyo nombre fue Eneas Silvio Piccolomini de Sierna. De 1464 a 1471, Pablo II cuyo nombre era Pedro Barbo de Venecia. De 1471 a 1484, Sixto IV cuyo nombre era Francisco della Rovere de Savona. De 1484 a 1492 Inocencio VIII cuyo nombre fue Juan Bautista Cibo de Génova. De 1492 a 1503, Alejandro VI; cuyo nombre real fue Rodrigo de Borja o Borgia de Játiva España. En 1503 Pio III cuyo nombre fue Francesco Todeschino Piccolomini de Sierna. de 1503 a 1513, Julio II, cuyo nombre era Juliano della Rovere de Savona. De 1513 a 1521, León X cuyo nombre era Giovanni de Lorenzo de Medicis, originario de Florencia. Es este Papa el que tuvo que enfrentar el inicio de la Reforma Protestante, y por cuya insensatez el Dr. Martín Lutero logró el establecimiento y avance del Protestantismo en Alemania y otros países europeos. Este fue el papa que concedió a Alberto el Arzobispo de Maguncia, Arzobispo de Brandemburgo y arzobispo de Mandemburgo, la venta de las indulgencias.
De 1522 a 1523 fue Papa, Adriano VI, cuyo nombre era Adrian Florenz Boeyens de Utrecht, Holanda. De 1523 a 1534 Clemente VII, cuyo nombre era Gulio de Juliano de Medicis, de Florencia. De 1534 a 1549, Pablo III, cuyo nombre era Alessandro Famesio de Roma. De 1549 a 1555 Julio III cuyo nombre era Giovanni Marçia Ciocchhi del Monte, oriundo de Roma. En 1555 Marcelo II cuyo nombre fue Marcelo Cervini de Spanncchi originario de Montesano. De 1555 a 1559, Pablo IV, cuyo nombre era Gionanni Pietro Carafa, de Nápoles. De 1559 a 1565 Pio IV de nombre Gionanni Ángelo de Médecis, oriundo de Milán. De 1566 a 1572 Pio V, cuyo nombre era Anotnio Miguel Ghislieri oriundo de Bosco. De 1572 a 1585 Gregorio XIII, ccuyo nombre real era Hugo Buoncampagni originario de Lolonia. De 1585 a 1590, Sixto V, cuyo nombre era Félix Perretti, de Grottamare. En 1590, Urbano VII, originario de Roma y de nombre Giovanni Batista Castagna. De 1590 a 1591, Gregorio XIV, de nombre Niccolo Sfondrati, de Milán. En 1591, Inocencio IX, de Bolonia con el nombre real de Giovanni Antonio Facchinetti. De 1592 a 1605. Clemente VIII, originario de Florencia y de nombre Hipólito Aldobrandini. En 1605, León XI. también de Florencia y de nombre Alessandro Octavio di Medicic. De 1603 a 1621, Pablo V de nombre Camilo Borghese oriundo de Roma. De 1621 a 1623, Gregorio XV, de Bolonia y de nombre Alessandro Ludovisi. De 1623 a 1644, Urbano VIII, cuyo nombre era Maffeo Barberini de Florencia. De 1644 a 1655, Inocencio X, de nombre Gionanni Batista Pamfili, oriundo de Roma. De 16655 a 1667, Alejandro VII de nombre Fabio Chigi originario de Siena. De 1667 a 1699, Clemente IX de nombre Giulio Rospigliosi, originario de Pistoia. De 1670 a 1676, Clemente X, de nombre Emilio Altieri, oriundo de Roma. De 1676 a 1689, Inocencio XI, su nombre era Benito Odescalchi de Como. De 1689 a 1691, Alejandro VIII. cuyo nombre fue Pietro Vitto Ottoboni, originaria de Venecia. De 1691 a 1700, Inocencio XII, cuyo nombre fue Antonio Pignatelli, originario de Nápoles.
Básicamente, a causa de la Revolución Francesa, surge el período de la Ilustración. Se produce un cambio en el sistema de valores y creencias que caracterizaba al mundo occidental. Surge una sociedad nueva; el súbdito se convierte en ciudadano. Hay una nueva postura frente al arte, el pensamiento y la religión. Y los Papas tienen que enfrentar estos hechos irreversibles.
Allí está de 1700 a 1721, Clemente XI cuyo nombre era Gionanni Franesco Albani originario de Pésatro, Italia. DE 1721 A 1724, Inocencio XIII, de nombre Miguel Angel de Conti, originario de Poli, Roman Italia. De 1724 a 1730, Benedicto XIII cuyo nombre era Pietro Francesco Orsini, de Gravina in Puglia, Bari, Italia. De 1730 a 1740, Clemente XII, de nombre Lorenzo Corsini, de Florencia Italia. De 1740 a 1758, Benedicto XIV, de nombre Prospero Lorenzo Lambertini, de Bolonia Italia. De 1758 A 1769, Clemente XIII, de nombre Carlo della Torre Rezzonico, oriundo de Venecia Italia. De 1769 a 1774, Clemente XIV, de nombre Giovanni Vincente Anotnio Ganganelli, de Santarcángelo, Rímini, Italia. De 1775 a 1799, Pio VI, cuyo nombre fue Giovanni Angelo Braschi, originario de Cesena Italia. De 1800 a 1823, Pio VII, de nombre Barnabe Gregorio Chiaramonti, oriundo de Cesena Italia. De 1823 a 1829, León XII, de nombre Anibal Sermattei della Genga, originario de Fabriano, Ancona Italia. De 1829 a 1830, Pio VIII de nombre Francesco Javier Castiglioni, originario de Cingoli, Macerata Italia. De 1831 a 1846, Gregorio XVI, de nombre Bartalomeo Alberto Capellari, oriundo de Belluno Italia.
Con la crisis de 1848 se imponen las ideas de la Revolución Francesa. Se consolida con ella el mundo liberal, el rechazo a los dogmas, el alejamiento de la Religión Católica Romana y el racionalismo. Se desarrollan las ideas del pragmatismo, el agnosticismo, el ateísmo y la lucha de clases, rechazados por sucesivos Papas. Este período, de poco más de un siglo, representa cambios que parecen culminar el desarrollo de un milenio.
Se enmarca entre los Concilios Vaticano I y Vaticano II. La Iglesia lucha contra el avance del liberalismo y del modernismo, crea la Acción Católica y presenta las primeras enseñanzas sociales. Con la pérdida, contra su voluntad, de los Estados Pontificios, se desprende finalmente de sus posesiones territoriales, aunque sigue ligada a Italia por aspectos políticos y económicos.
De 1846 a 1878, es Papa, Pío IX, de nombre Giovanni Maria Mastai Ferretti, oriundo de Senigallia, Ancona Italia. De 1878 a 1903, León XIII de nombre Gioacchino Pecci, originario de Carpineto Romano, Lacio Italia. De 1903 a 1914, Ppío X, de nombre Giuseppe Sarto, oriundo de Riese, Treviso, Italia. De 1914, a 1922, Benedicto XV, de nombre Giacomo Della Chiesa, originario de Gënova Italia. De 1922 a 1939, Pio XI, cuyo nombre era Achile Ratti, oriundo de Desio, Lián, Italia. De 1939 a 1958, Pío XII, de nombre Eugenio Pacelli, de Roma Italia. Eugenio Pacelli, bendijo los ejércitos de Hitler y de Musollini, mediante concordato logró de Musollini, el actual territorio llamado estado vaticano, que no es más grande que la Alameda Central de la ciudad de México, con apenas menos de 1000 ciudadanos.
De 1958 a 1963, Juan XXIII, de nombre Angelo Giuseppe ROncalli, originario de Sotto il Monte, Bérgamo Italia.
Juan XXIII y su “arggionamento” cristalizado en Concilio Vaticano II, forman uno de los acontecimientos extraordinarios que ha experimentado la Religión católica Romana, en sus diez y seis siglos de historia. Se la llamó la apertura de la Iglesia, porque intentó actualizarse a sus tiempos. Para muchos en la Religión católica Romana, fueron años difíciles, de adaptación y autodescubrimiento.
A la muerte de Juan XXIII, viene al pontificado Pablo VI, de 1963 a 1978; su nombre original era Gionanni Battista, originario de Concesio, Brescia Italia. En 1978, la Religión Católica Romana sufre su gran descalabro, con la llegada al pontificado de Juan Pablo I, de nombre Albino Luciani, oriundo de Canale d’Agirdim Belluno Italia. No cabe duda para muchos sectores de la humanidad que su muerte repentina no es otra cosa sino un asesinato en nombre de la santa madre Iglesia.
De 1978 a 2005, Juan Pablo II con una visión ultraconservadora, y en sentido opuesto a Juan Pablo I, está al frente de la gran Ramera, habiendo sido llamado Karol Jósef Wojtyla, y habiendo nacido en Wadowice, Cracovia Polonia. Tras la época del espíritu del Concilio Vaticano II, el Papa Juan Pablo II comienza a salir del Vaticano de forma asidua, haciendo viajes por todos los continentes; haciendo de la mercadotecnia su mejor aliada; y apareciendo en todos los medios de comunicación: radio, televisión, videoconferencias, internet. Pero con todo su pragmatismo y su activismo, no logró mucho a favor de la Religión Católica Romana, pues millones de católicos abandonaron sus filas en dicho pontificado. Uno de sus descalabros fue el haber participado del juego de la alta jerarquía política mexicana para venir a México y canonizar una leyenda llamada Juan Diego. Leyenda que ni los católicos mexicanos creen realmente, pues su culto está del todo abandonado, cuando que la jerarquía pensó que con esa canonización, se afianzarían más segmentos de la población mexicana a la religión popular.
Y hemos llegado al actual Benedicto XVI, quien fue el dirigente mundial de la Santa Inquisición (actualmente camuflageada como Congregación para la Conservación de la Fe) antes de ser Papa. Benedicto XVI de nombre Joseph Alois Ratzinger, nacido en Marktl an Inn, Babiera, Alemania. Y que requiere una reflexión amplia un poco más adelante.
Asi que de Martín V a Benedicto XVI hay auténtica sucesión, la mayor parte de la historia de los Papas, está enlodada con leyendas, mentiras y componendas que dan como resultado oficial: “línea ininterrumpida desde Pedro hasta Benedicto XVI”.
URGENTE QUE DEJEMOS DE SER ENGAÑADOS CON FALSAS HISTORIAS SOBRE EL PAPADO.
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